sábado, 23 de octubre de 2010

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Nat se caminó despacito por cancha, acercándose con curiosidad a la piñata del centro.
Sus botan chapoteaban y jugaban con los pequeños charcos que la lluvia había dejado en el suelo, ella también estaba mojada.

Nat miró la piñata y tiró de la cuerda, y millones de papelitos de colores se derramaron sobre ella acariciándole la piel y depositandose sobre su chaqueta y entre su pelo.
Luego empezó a llover otra vez.

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Cuando te vas cada parte de mi corazón y de mi cuerpo te echa de menos... Desearía que los fines de semana se alargasen eternamente...

Te quiero


~Deiikah~

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